Muchos años de intentos frustrados le llevaron a la Argentina lograr romper con uno de los récords negativos que pesaban sobre sus espaldas: ser uno de los únicos tres países de América que jamás había tenido un debate presidencial. Hasta hace poco más de un mes los argentinos teníamos negada la posibilidad de escuchar en un mismo momento y lugar las propuestas de los candidatos presidenciales para poder compararlas y construir así una herramienta de bien público que colabore con el fortalecimiento de nuestra democracia.
Enhorabuena, es momento de celebrar este logro, construcción conjunta de la sociedad argentina que reivindica las banderas del diálogo, la discusión de ideas y sobre todo los beneficios que la construcción y comunicación de buenas causas traen para alcanzar mejores y más humanas sociedades.
Tuve el privilegio de ser parte de Argentina Debate, una iniciativa plural, multisectorial y no partidaria que logró organizar, a base de un inmenso esfuerzo mancomunado, el primer debate presidencial de la historia argentina sobre las prioridades de desarrollo del país. Una iniciativa integrada por destacados líderes sociales, referentes de la vida pública argentina, líderes del sector privado y numerosas organizaciones de la sociedad civil.
Como esas paradojas de la vida, este primer debate presidencial de la Argentina se convirtió en una instancia doble, gracias a los resultados de la primera vuelta y la confirmación del balotaje – casualmente también el primero de la historia –. Cuando la instancia de este domingo 15 concluya, y sobre todo cuando las elecciones del 22 hayan terminado, sea cual fuere el resultado final, la próxima meta será asegurar la institucionalidad del debate y empoderar esta herramienta de bien público que llegó como una buena causa para quedarse.
Por Justiniano Vila – Intelligence Manager de La Machi.